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De la playa al cielo

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Recuerdo bien aquél muchacho que vivía al borde del mar, mirando siempre al cielo…

Aquél chico que desde una playa isleña, al norte del aeropuerto, disfrutaba viendo despegar a todos los aviones… ese niño que desde su infancia preguntaba a sus padres el porqué de “aquello”.

Ese chaval, hijo de un señor que comenzó a trabajar en la empresa como maletero, cuando las maletas se manejaban a mano dentro y fuera de las bodegas de aquellos aviones de hélices, y que finalmente se jubiló como OTV del gran B-747.

Conozco como nadie a ese adolescente a quien llegó el momento de elegir su futuro, y viendo la aviación como algo lejano e inalcanzable, decidió estudiar Topografía… craso error el de vivir pegado al suelo para quien soñaba con volar entre las nubes…

Hecho para sobrevolar campos

Y fueron sus padres, quienes leyendo sus ojos, en el verano de 1987 le dieron la oportunidad de participar en un campamento de vuelo sin motor en Ocaña.

Fue ahí, precisamente, donde este joven se dio cuenta de que no estaba hecho para medir los campos con el teodolito y la mira, sino para sobrevolarlos y cruzar el mundo, sus tierras y sus mares. A partir de ese momento, el aprendiz de hombre de mi historia empezó a leer todo lo que podía sobre aviación, y buscando la manera de conseguir su meta buscó y encontró finalmente un pequeño aeródromo en Massachusetts (USA) donde se formó como piloto.

Una vez terminada aquella fase, regresó a España y comenzó a convalidar aquellas licencias americanas por las españolas mientras hacia el servicio militar, que por aquellos años era obligatorio. Este proceso no fue fácil pues estudió “por libre” y solo en aquella casa de la playa y para colmo la ENA cerró en el proceso. Finalmente después de los exámenes teóricos pasó los exámenes prácticos de simulador y de vuelo en SENASA. Simultáneamente iba acumulando horas de vuelo y experiencia como copiloto de un avión ambulancia y también como “flight student” en la flota de B-727 de Iberia… y ahí es donde aprendió de verdad la realidad de esta profesión: hablar por la radio, manejar las prisas, visitar el AIP, calcular descensos, usar el radar, hacer cabina… y un largo etcétera de funciones tan necesarias como interesantes.

Regreso a USA en los 90′

Cuando ya estuvo preparado no había trabajo en España, así que con gran esfuerzo y disgusto, en los años 90 tuvo que regresar de nuevo a USA donde se estableció y formo una familia mientras se hizo instructor, volando todo aquello que se le ponía por delante, a la vez que esperaba que pasara aquella crisis mundial para poder seguir avanzando hacia su meta, su casa: Iberia.

No dejó de seguir intentándolo en otras empresas hasta que ¡por fin! en 1996 aparece su oportunidad… ¡Aun conservo la hoja del periódico donde aparecía la convocatoria de Iberia a toda página!. Muchos exámenes, muchos nervios, mucha ilusión y mucho trabajo…..

¡Y aquí estoy! Más de 20 años después, sentado en el asiento de la izquierda a unos 11 kms sobre el mar rumbo al 3630N de camino a Guatemala. Podría pensarse que esto ha terminado, que ya no hay más retos, pero no es así.

Hace un par de años tuve la oportunidad de terminar mi formación académica obteniendo el Grado en Piloto de Aviación Comercial y Operaciones Aéreas en Adventia, y tras terminarlo se me presentó la opción de capacitar a nuevos pilotos en la flota del A330. Pronto tendré que estudiarme de nuevo el A340 y más tarde quizás el A350, y ¿después ?. ¡Después quién sabe!

Lo realmente interesante es estar siempre inquieto, disfrutando del día a día… sabiendo que en cualquier momento algo puede pasar que nos puede mandar al alternativo, o nos puede facilitar la toma en destino…

Buen vuelo.

AUTOR: Francisco López Medina, Comandante A-330 Iberia

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